ELl grave problema no está la ocurrencia en sí, que en cualquier otro escenario no acarrearía más que burlas, sino en toda la obra de ingeniería social que se encuentra detrás y ante la que a estas alturas de la película sólo un ciego o un memo sería incapaz de ver.
El gravísimo problema reside en que toda esta inmensa colección de chaladuras y necedades, a pesar de ser objeto de burla y motivo de indignación para casi cualquier homínido inteligente, no son vistas como un problema en su conjunto, y por tanto, todos los psicópatas que las desarrollan son elegidos una y otra vez en las urnas por quienes sin duda los merecen como gobernantes.
Con siete años un niño no puede ver Dumbo pero puede "decidir" su sexo. (Por favor Señor, o dioses del Olimpo, mandadnos de una vez un meteorito, aunque sólo afecte a la moralmente enferma sociedad occidental.)